Galletas con paté

El fin de semana nos fuimos con la Tuk a Santiago. Fuimos sin la Rucia para que no babeara a la Negra en el camino y poder quedarnos donde nos pillara la noche.
Partimos el Sábado rumbo a "El Aji seco", una picá de comida peruana que está en San Antonio, y que nos habían recomendado la noche anterior.
Tres de la tarde, con la guata aburrida de comer natur y soñando con una comida "casera".
La carta se veía muy apetitosa, pero los únicos platos que no contenían cadaveres de animal, eran un par de entradas y algunos acompañamientos.
Los platos que salían de la cocina se veían deliciosos y contundentes y mis expectativas crecían. El chupe de camarones de la Negra era una piscina blanca con un caldo de color rosado y un huevo flotando en el centro, cociéndose en el calor del líquido.
Con la Tuk pedimos choclo peruano a la huancaína y ocopa, que son papas como a la huancaína, pero con otra salsa.
El choclo peruano no me gusto. Los granos tienen forma circular y son más grandes que los chilenos. Los encontré mas desabridos y, como son más grandes, el hollejo es mas grueso y notorio. Además tenían un dejo extraño, como si los hubiesen guardado calientes en un pote plástico. La huancaína no me gustó nadica. Ni para comerla con el pancito. Las papas estaban frías, del refrigerador. Lo que me chocó bastante y me dió la sensación de que no eran del día.

La negra cuchareaba y cuchareaba, y no avanzaba nada, le hacía propaganda a su plato y nos ofrecía de él. Mientras mis tripas gritaban ¡Chupe, chupe!
Pasaban los minutos, de la cocina salían unos platos con pollo asado que se veían deliciosos. Y yo miraba el mío sin convencerme. El pan se nos empezaba a acabar por segunda vez, las tripas reclamaban y la negra no avanzaba.


La Tuk me insistía en que pidiera un postre, y yo pensaba en las calorías de un suspiro limeño y la poca satisfacción que me deja algo dulce cuando tengo hambre.


No puedo decir que el restorán sea malo para un carnívoro, pues todo el mundo comía feliz.
Por mi ignorancia esperaba que las papas a la huancaía fueran unas papas calentitas con algo parecido a una salsa blanca con queso o a la crema. Por lo que las papas tan heladas resultaron incomibles, incluso sin la salsa.


En la noche, luego de hacer cosas importantes, de las que no hablaré en este blog, queríamos ir a fletear. Así que llamamos a nuestros amigos lesbianos. Adolfo andaba pelando el cable con el Dionisio, que había ido y había un show de travestis bien divertido.


Yo me acordaba de haber entrado al Dionisio alguna vez. Tratando de recordar, le pregunto: "¿Adolfo, pero no es muy rasca esa wea?", "Puede ser, pero el show es super bueno".
Yo creo que no cachó nada más que el show. Es que los travestis se roban la película. Mientras el usurero del dueño te roba la plata.
Fuimos los primeros en llegar. Cuando nos sentamos y miramos la carta, lo primero que me llamó la atención fue "Consumo mínimo por persona $2.500" La wea rasca, pensé. ¿Por qué no cobran entrada, mejor?.


Luego busco los vinos. "Vino blanco/tinto $7.400" Ahí me dolió la guata, porque si no ponen que vino es, es porque es el más barato que encontraron y te lo venden a ese precio.
Tenía hambre, miro lo que hay para comer. Un poco dudosa, porque el lugar no es para nada apetitoso. Y veo las "galletas con paté"... ¡Es que no puede ser tan rasca!
Después de cagarnos de la risa de las galletas con paté y de pasada weviar al adolfo, por el lugar. La Tuk bajó a ver los vinos, porque habia visto un 35° sur y un 3 medallas y no se convencía de que su valor fuera el de la carta.
Subió, cagada de la risa. Porque quien la atendió le dijo, que él había probado todos los vinos que tenían, que eran todos buenos, pero le recomendó el 35° sur, porque era suavecito.


Al final se tomó un whisky, y como venía con bebida y a ella le gusta sólo, me iba a quedar yo con la bebida. Por que una bebida sola costaba $2.500. Pero el garzón me repite que el consumo mínimo por persona es de $2.500. Le di a entender que no era tema lo del consumo mínimo y que después pediría otra cosa. Pero me insistió en que tenía que ser antes del show.


¡Los culiaos, picantes!


Por eso la wea se les llena de rotos. A la gente, gente, no nos gusta que nos traten así, que nos vendan un vino de luca y media en $7.400. Por ese precio, mínimo, un reserva barato.


Pero el show era tan divertido, que la tuk se tomó otro whisky aguachento y finalmente fuimos timados con un 35° sur, cagaos de la risa.
Y, si comiera carne, capaz que hubiese pedido las galletas con paté... En reirnos, ah?.

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